24 Feb A Concha Quirós, in memoriam
Concha era la alegría, el cariño, la sabiduría.
La conocí hace veinte años, cuando publiqué mi primera novela. Me recibió como si nos conociéramos de siempre, era su especialidad. Desde entonces era la primera en leer mis novelas (algunas en borrador) y siempre las presentaba en Oviedo de su mano. Por supuesto, era la primera en tener chapas, chapinas y chaponas y lucirlas con orgullo. Se apuntaba a todas las locuras, siempre me apoyó y me gustaría decir que conté con su amistad.
No fui la única.
Autores, editores, libreros, distribuidores, lectores… cualquier persona que amara la literatura o trabajase en el sector encontró en ella amistad y apoyo. Era tan buena como sabia y jamás dudaba en apoyar e impulsar cualquier iniciativa, más si era de mujeres. Siempre estaba llena de ideas, de proyectos y su entusiasmo era contagioso.
A las dos nos gustaban los anillos gigantes, la ropa vistosa, los colores…. Y sobre todo achucharnos. Nunca escatimamos el afecto, salvo la última vez que nos vimos, hace apenas un mes. Hicimos el ademán, era instintivo, pero la prevención por el COVID nos retrajo.
-¡En nada quitamos la mascarilla y nos resarcimos! –Le dije.
-¡Ay, sí! Tengo unas ganas…
Nos tiramos besos con la punta de los dedos. Ahora echo de tanto de menos no haberla abrazado…
Este año se celebra el centenario de la librería, aunque ya lamentaba no poder celebrar los fastos como le hubiera gustado.
Se fue durmiendo, en silencio, sin una queja ni dar guerra a nadie, con la misma elegancia existencial con que había vivido. Cervantes ya tiene una amiga con quien pasar el rato. Seguro que las conversaciones versarán sobre libros…
Descansa en paz, amiga.
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